La visión de satisfacer las necesidades presentes sin comprometer la capacidad de satisfacer las necesidades futuras

El índice de crecimiento poblacional y el índice de consumo de los recursos se sustentan directamente en las actividades económicas de los individuos, como son: la agricultura, la industria, la pesca y el comercio exterior. Estas actividades impactan los ecosistemas del planeta.

Por lo que a raíz de la primera Revolución Industrial y el impacto paulatino que tuvo en el medio ambiente, junto con el creciente florecimiento del capitalismo del carbón y su máquina de vapor; hasta su máxima potencia con la producción y consumo en masa basados en el taylorismo-fordismo, y en el uso del petróleo y la electricidad como fuentes energéticas, puso un cambio radical en el uso de los recursos naturales renovables y no renovables, así como sus efectos. (Foladori, et al., 2005, p. 31)

Los primeros indicios de una crisis ambiental se vieron reflejados a finales de los sesenta mediante la producción informes científicos, y tuvo una instancia decisiva en la Conferencia sobre el Medio Humano, de la ONU, realizada en Estocolmo (Suecia, 1972), en torno a la cual se plantearon diferentes formas de entender y asumir el problema por parte de los países desarrollados y los países en desarrollo. (Foladori, et al., 2005, p. 32).

La declaración de la ONU aprobada en Estocolmo, representa claramente la posición del ambientalismo moderado, que es el primer antecedente de la formulación del objetivo del desarrollo sustentable que la ONU consolidara en 1987 (Brundtland). El documento base de la reunión, llamado Only One Earth: the Care and Maintenance of a Small Planet, elaborado por René Dubos y Bárbara Ward, asume lo ambiental en sentido amplio, no limitado a lo biofísico, por lo que integra como compatibles los objetivos tradicionales del desarrollo y la necesidad de cuidar el medio ambiente. En ese sentido, a pesar de la fuerte influencia ecologista-ecocentrista con que aborda la crisis ambiental, la ONU adopta una posición antropocentrista, estableciendo que el cuidado de los recursos no es un fin en sí mismo, sino un medio para favorecer o posibilitar el desarrollo y la mejora de las condiciones de vida de la sociedad, que permita superar la pobreza. (Foladori, et al., 2005, p. 43).

Posteriormente a inicio de los setenta, surge una corriente ecologista conservacionista, representada en una serie de trabajos hechos por biólogos y ecólogos que convergen en la tesis de los límites físicos y la propuesta de crecimiento cero, paradigmáticamente formulada en el Primer Informe al Club de Roma, la cual tiene sus antecedentes en la escuela clásica en los planteamientos de Malthus y David Ricardo. (Foladori, et al., 2005, p. 38).

Los planteamientos contemporáneos más destacados de la necesidad del crecimiento cero en el momento de la crisis ambiental actual fueron las ideas de Kenneth E. Boulding, de Paul y Arme Ehrlich, las expresadas en El manifiesto por la superviviencia, de Goldsmith, y Los límites del crecimiento, de Meadows. Sin embargo, el artículo donde presenta su tesis más específica es The Economics for the Coming Spaceship Earth, publicado en 1966, donde parte de la premisa de que en el futuro la economía tendrá que concebirse como un sistema cerrado, lo cual supondrá aceptar que la abundancia ilimitada es sólo aparente; y establece los elementos precursores del concepto de sustentabilidad, tales como la preferencia de mantener el stock total de capital, en lugar de aumentar el PIB. (Foladori, et al., 2005, p. 39)

Sin embargo, el autor más importante en esta corriente del pensamiento ambientalista fue Paul Ehrlich, profesor de biología de la Universidad de Stanford, planteaba la necesidad de limitar la población mediante una política de control con definición previa de lo que podría ser el tamaño óptimo de una población estable. (Foladori, et al., 2005, p. 40).

Otra respuesta alternativa a las anteriores, estuvo dada por la corriente del ecodesarrollo, la cual surgió en la lucha política por definir un nuevo orden mundial, frente a la idea de los límites del crecimiento y la propuesta de transitar hacia una economía estacionaria divulgadas por el Club de Roma, planteando la propuesta de nuevos "estilos de desarrollo" basados en el potencial ecológico de las diferentes regiones y en las capacidades propias de los pueblos del Tercer Mundo. (Foladori, et al., 2005, p. 45).