Existe una superposición entre la teoría de la fijación de metas y la
teoría de la expectativa. Las metas están representadas por los
comportamiento que esperamos alcanzar a fin de ganar la recompensa
esperada.
La hipótesis fundamental de la teoría de la fijación de metas es sencillamente la siguiente: el desempeño de los individuos es mayor cuando existen unas metas concretas o unos niveles de desempeño establecidos, que cuando estos no existen.
La teoría de la fijación de metas propiamente dichas se le atribuye a Locke (1967) quien sostiene que sus opiniones no son una teoría sino una técnica de motivación.
Uno de los adagios más útiles de Locke afirma que los gerentes interesados en aumentar la productividad deben fijar metas concretas y difíciles. Estas metas concretas y difíciles fomentan un mejor desempeño y generan menos aburrimiento que las metas imprecisas o fáciles. Claro esta que las metas no deben ser demasiado ambiciosas, pues existe un nivel de dificultad hasta el cual llega el límite de aceptación.
La hipótesis fundamental de la teoría de la fijación de metas es sencillamente la siguiente: el desempeño de los individuos es mayor cuando existen unas metas concretas o unos niveles de desempeño establecidos, que cuando estos no existen.
La teoría de la fijación de metas propiamente dichas se le atribuye a Locke (1967) quien sostiene que sus opiniones no son una teoría sino una técnica de motivación.
Uno de los adagios más útiles de Locke afirma que los gerentes interesados en aumentar la productividad deben fijar metas concretas y difíciles. Estas metas concretas y difíciles fomentan un mejor desempeño y generan menos aburrimiento que las metas imprecisas o fáciles. Claro esta que las metas no deben ser demasiado ambiciosas, pues existe un nivel de dificultad hasta el cual llega el límite de aceptación.