Que es la Competitividad Sistémica

La competitividad sistémica puede analizarse y desarrollarse en diferentes niveles. Estos son:

a.1.- Capacidad de integración y organización (nivel meta)
La capacidad de integración de una sociedad se estructura sobre los patrones de organización jurídica, política y económica. Los países más competitivos poseen una gran capacidad de integración y organización social y sus actores sociales, políticos y económicos están preparados para la integración estratégica. Para optimizar la eficacia en los otros niveles, es decisiva la capacidad estatal de conducción de la economía y la existencia de patrones de organización que permitan movilizar y multiplicar la capacidad creativa de la sociedad.

En este contexto, las reformas macroeconómicas, requieren otras medidas complementarias, para alcanzar y sostener la competitividad: Fortalecimiento de la capacidad de conducción y regulación del aparato estatal (reforma del Estado). Un Estado reinventado para el siglo XXI, con capacidad para potenciar, en lugar de trabar el desarrollo de las fuerzas productivas.

Formación de estructuras que viabilicen la integración social (fortalecimiento de la sociedad civil), ya que es necesaria una elevada capacidad de organización, interacción y gestión por parte de los grupos nacionales de actores, para que finalmente procuren una gestión sistémica que abarque a la sociedad en su conjunto.


a.2.- Estabilización del contexto macroeconómico (Nivel Macro)
La existencia de mercados eficientes de factores, bienes y capitales es clave para la asignación eficaz de los recursos. Las experiencias de los años setenta y ochenta han demostrado que la inestabilidad macroeconómica perjudica la operatividad de esos mercados y ejerce un efecto negativo sobre el crecimiento de la economía.

En la Argentina, la necesidad de adaptarse a las condiciones impuestas por este proceso de transformación quedó definida en los años ochenta, con la crisis del modelo de crecimiento vigente, que dio inicio a una etapa de profundos cambios estructurales. La estabilización se apoyó en la reforma de la política fiscal y presupuestaria, así como también en la monetaria y cambiaria.

En un proceso de crecimiento cada vez más liderado por las inversiones y las exportaciones, el aumento notable de la productividad total de los factores y de la productividad del trabajo que registra la economía argentina en esta década es el indicador más elocuente del amplio proceso de cambio tecnológico que está experimentado el país.

Este proceso, sin embargo, ha sido basado en insumos y conocimientos principalmente provenientes del exterior y, por ende, ha generado escasas oportunidades para utilizar eI acervo de recursos humanos del país.

También ha sido muy heterogéneo a nivel de sectores y regiones y, sobre todo, ha dejado de lado a buena parte de las PyMES, que evidencian serias debilidades para adaptarse a las nuevas reglas del juego. Los principales factores determinantes de la competitividad sistémica a nivel macro, son las siguientes políticas: presupuestaria, monetaria, fiscal, de competencia, cambiaria y comercial. En este nivel, los factores que atentan contra la competitividad nacional son: la extinción de la moneda soberana, la ruptura del contrato fiscal y la impotencia tributaria, la desaparición del crédito bancario, los procesos de desinversión y el deterioro social. A partir de la convertibilidad, se avanzó considerablemente en la reconstrucción de algunas instituciones fundamentales de la gestión económica del Estado: moneda, crédito público y presupuesto. Después de la convertibilidad y con el nuevo valor del dólar se ha puesto la esperanza de la recuperación de las empresas en las exportaciones. Hasta ahora las empresas que han podido exportar son las dedicadas a la agricultura y a la ganadería, como asimismo las mineras. Las empresas industriales, a la espera de créditos que permitan su recomposición estructural y capital de trabajo, todavía no han dado muestras de reactivación. Se espera la instrumentación de créditos que permitan el despegue de estas empresas, que necesitarán no solamente de las exportaciones sino de la reactivación del mercado interno que se espera vendrá con una mejor redistribución de los ingresos y un desaliento del ahorro (dado las bajas tasas pasivas y el gran spreed que existe en el mercado bancario).


a.3.- Formación activa de infraestructura para el desarrollo (Nivel Meso)
El nivel meso, corresponde al Estado y a los actores sociales, que desarrollan políticas de apoyo, fomentan la formación de infraestructura para el desarrollo y articulan los procesos de aprendizaje de la sociedad en su conjunto. En este nivel se estudia la formación del entorno capaz de fomentar, complementar y multiplicar los esfuerzos de las empresas. En el reciente debate de la OCDE se hace hincapié en la debilidad que enfrentan los países en desarrollo por la inexistencia o insuficiencia de un "entorno competitivo" eficaz; lo que puede impedir un desarrollo duradero aún cuando la estabilización a nivel macro haya sido exitosa.

La empresa es el frente donde se libra la contienda competitiva, pero su posicionamiento requiere avances relativamente simultáneos en la amplia red de actividades que se define como su entorno. Se incluyen en él: el sistema financiero, educacional y tecnológico; los servicios de energía, comunicaciones y transporte; la infraestructura de apoyo a la producción; la calidad en la gestión del sector público y el tipo de relaciones que se establecen entre el sector público y el sector privado, así como la red de vinculaciones interempresariales.

Desarrollar sistemas competitivos en estos términos implica entonces no sólo la promoción de la reestructuración a nivel de la empresa, sino acciones orientadas al mejoramiento simultáneo de todas las condiciones de entorno que favorecen este objetivo y son a la vez condición de inclusión ampliada de la sociedad, en los beneficios del cambio competitivo.

El mejoramiento de las condiciones del entorno requerirán el desarrollo oportuno y selectivo de inversiones en la infraestructura física (ej.: sistemas de transporte y telecomunicaciones) y en infraestructura inmaterial (ej.: instituciones educativas, de investigación y tecnológicas). La capacidad tecnológica como fundamento de la competitividad se apoya en acervos de conocimientos y en procesos de transferencia de los mismos a través de la interacción entre diversos actores estatales, privados e instituciones: empresas, asociaciones, sector científico y tecnológico, instituciones estatales, sindicatos, etc.

Es necesario establecer una eficiente estructura institucional pero también promover la capacidad de interacción estrecha entre actores privados, públicos e institutos. O sea que la reestructuración en el nivel meso es ante todo un problema de organización y gestión y requiere la transformación y modernización del Estado para cumplir ese nuevo rol articulador y coordinador.

Los actores sociales afectados intentarán llegar a un consenso sobre los objetivos de largo, mediano y corto plazo con el objeto de propender al desarrollo regional. Los involucrados son los sectores políticos, las organizaciones empresariales, sindicatos, asociaciones, administraciones locales, institutos tecnológicos y universidades. Estos planes de consenso se sitúan entre el Estado y el mercado y debieran elaborar escenarios de desarrollo regional, preparar decisiones estratégicas y posibilitar una gestión política no estatista de los programas de reconversión económica e integración social.

También se extienden las redes cooperativas y la coordinación horizontal. El sector político es el que tiene capacidad para identificar problemas e interpretar los requerimientos de la sociedad a través del diálogo y el consenso; como asimismo de articular a todos los actores sociales. A nivel meso se mueven los actores de la administración estatal (local y nacional); las instituciones públicas y privadas (tecnológicas, consultivas, educativas), las cámaras de comercio, los sindicatos. Un factor determinante de la competitividad es la articulación y la interacción entre aquellos.

En relación a nuestro país, es necesario resaltar los importantes avances que ya se vienen desarrollando al interior de nuestras Provincias, ya sea por impulso de los Gobiernos Provinciales, como de los Municipios que conforman su territorio. Existen importantes logros en la identificación de microregiones, a través de la conformación de asociaciones de municipios con la concepción de promotores del desarrollo económico y social e impulsores de procesos de modernización y reforma administrativa hacia el interior de sus propias gestiones.

Es importante destacar el nuevo rol del Estado como Promotor del Desarrollo y de la integración socioeconómica de los distintos sectores de la sociedad, para potenciar su desempeño. Mejorar el funcionamiento del sistema económico en su conjunto, requiere una coordinación más eficiente de las necesidades de los agentes privados entre si y con el sector público.

En ese sentido es imprescindible desarrollar mecanismos integrales de apoyo a la Micro, Pequeña y Mediana Empresa, ya que es allí donde debe precisarse el rol de los diferentes niveles de gobierno con el sector privado y el sector social en todo el territorio nacional.

Frente a los esfuerzos que se han realizado a nivel del Gobierno Nacional y de algunos Gobiernos Provinciales, es fundamental y estratégico, más que por la profundidad de los cambios que se enfrentan por fa velocidad con que hay que instrumentarlos, que el sector público en coordinación con el sector privado y el sector social (cámaras empresarias, colegios profesionales, sistema financiero, consorcios de exportación, formas asociativas de producción, asociaciones de municipios, corredores productivos, etc.) instrumente con la mayor celeridad posible una estrategia sistémica de competitividad adaptada a la realidad de cada provincia o
región.

En este marco se deben "identificar" los proyectos de inversión



a.4.- La reconversión productiva (Nivel Micro)
Las empresas enfrentan requerimientos cada vez mayores que resultan del nuevo contexto internacional y del cambio de reglas de juego, que las obliga a su reestructuración. Se distinguen entre ellos:

- la globalización de la competencia en cada vez más mercados.
- la presencia de cada vez más competidores debido a los procesos
exitosos de industrialización del sudeste asiático y el buen resultado de los ajustes estructurales y la orientación exportadora de algunos mercados maduros (ej.: EE.UU.).
- la diferenciación de la demanda, que trae como consecuencia la necesidad de introducir calidad, diseño e innovaciones para mantenerse en el mercado.
- el acortamiento de los ciclos de producción.
- el desarrollo de importantes innovaciones (microelectrónica, biotecnología, ingeniería genética), nuevos materiales y nuevas tecnologías organizativas y de gestión.

Para poder afrontar con éxito la competencia de las empresas deben buscar simultáneamente eficiencia, calidad, flexibilidad y rapidez de reacción y adaptación a las condiciones de un mercado cada vez más exigente. Ello implica producir cambios en tres planos diferentes: en la organización del proceso productivo; en el desarrollo del producto; y en la organización de las relaciones de suministro y comercialización.

Se requieren "firmas flexibles" que favorezcan la innovación y la creatividad que requiere la competencia e incorporen conocimiento e innovación en sus procesos productivos y de gestión. Se distinguen dos tipos de innovaciones que deberían combinarse: las de reorganización (reducción de planos jerárquicos, descentralización en el nivel operativo, sistemas de subcontratación, y desarrollo de proveedores de pequeño y mediano tamaño, redes de colaboración interempresarial, conglomerados industriales, etc.); y las técnicas. Este proceso requiere un contacto estrecho y permanente con las universidades, centros de investigación científica y tecnológica, instituciones de información y de servicios tecnológicos, agencias de información para la exportación, organizaciones sectoriales no estatales, etc.